miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sol durmiente...

La noche me gusta por 847 razones; pero una de ellas en particular, es el hecho de que la noche me pertenece sólo a mi. Durante el día, todos somos una sociedad, una fuerza productiva, una ciudad que se mueve, respira y vive... pero por la noche, es cuando tengo la oportunidad de olvidarme de esa parte de todo que soy, y convertirme en mi. Es la oportunidad de ser yo mismo, único e irrepetible, que sin embargo, es parte del todo universal.

La noche es el momento perfecto para “planear” el día siguiente, es el momento en que las cosas ya ocurrieron, en que la jornada ya terminó, y en el que puedo evaluar lo bueno, lo malo, lo rescatable, lo que merece ser olvidado... y es el momento en el que puedo decidir qué rescatar para el día siguiente, es cuando puedo decidir, sin temor a la autocensura, lo que quiero para los días subsecuentes, es cuando puedo darme la libertad de diseñar mi día de la forma en que a mi me parezca ideal, sin tener que explicar o limitar mi imaginación. Es el momento en que mi imaginación lo es todo, cuando vale madres lo estúpido de mis ideas, lo irracional de mis deseos o lo abstracto de mis ambiciones y sólo existe mi capacidad creativa para recordar lo pasado, entender lo presente e imaginar -con lujo de optimismo- el futuro. Es el único momento del día en el que el “hubiera” cobra sentido; y en el que dicha palabra puede convertirse en una lección aprendida, o un error cometido por segunda vez.

Sleeping sun
Nightwish
Oceanborn

1 comentario:

Creactiva dijo...

este tema simplemente me estremece...y creo que algo de razon tenés, el valor de los "hubiese", amigo...a pesar de no agradarme, guardo algunos...que salen de noche a mostrarme que no todo puede estar bajo control y que alguna vez, el tormento dará paso a la calma...esa despues de la tormenta...

un abrazote!

Mamitis.

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