martes, 10 de septiembre de 2019

Mamitis.

Siempre he sabido que V es el amor de mi vida. Lo que aún no sé es cuándo dejara de serlo.

Hoy, mientras revisaba las cartas que le escribí… no pude dejar de sentir nostalgia… y no sólo por ella, sino por mi. Por el yo que era capaz de tomar ese torrente de sentimientos y emociones, y transformarlo en palabras sobre un papel ¡Verga! Extraño eso.

Extraño sentir las emociones a flor de piel, el deseo incontenible de dejarme arrastrar hacia el romanticismo de la forma más idiota posible… Y por supuesto que es una especie de deseo infantil. Es igual al deseo que siento de despertarme el 6 de enero en una casa con adornos navideños y con olor al pino que yace en la sala, debajo del cual hay cajas y cajas de regalos que son todos para mi (soy hijo único).

Es igual al deseo de regresar a casa de mi mamá… abrir el refrigerador y encontrar algo delicioso y recién cocinado. Sentarme a la mesa, sin siquiera tener que cocinar, y que mi mamá me sirva la comida que yo quiero, pero que también me obligue a comer verdura o sopa. Extraño muy cabrón la sensación de “hay alguien que me cuida”, porque saber eso, me hacía sentirme bien, tranquilo, contento. Me hacía sentir que, sin importar lo difícil de la semana anterior… o del año anterior, de algún modo mágico, todo iba a estar bien ahora, porque yo ya estaba de regreso, bajo el amparo de mi mamá… A pesar de todo, siempre supe que, mientras yo la tuviera a ella, -y aunque pasara meses sin verla- todo lo demás, tarde o temprano, de un modo u otro, iba a estar bien.

Tuve que encontrar el estoicismo, la filosofía, y devorar libros sobre mindfulness y psicología. He tenido que crecer y convertirme en un hombre, porque cuando ella murió, supe, por primera vez en la vida, que no quedaba nadie que pudiera rescatarme. Nadie que pudiera rescatarme del mundo, pero más importante: Nadie que pudiera rescatarme de mi mismo.

Ella era la única que sabía como.

La extraño más de lo que quiero creer. 



Mamitis.

Siempre he sabido que V es el amor de mi vida. Lo que aún no sé es cuándo dejara de serlo. Hoy, mientras revisaba las cartas que le escri...