miércoles, 17 de marzo de 2010

El rompecabezas (o el arte de hacer pequeñas preguntas para encontrar una gran respuesta)

No podría decir a ciencia cierta cuándo inicié este recorrido. Tengo la impresión de que fue en mi adolescencia, cuando comencé a cuestionarlo todo, cuando taché de mentiras a todo aquello que me habían enseñado y me decidí a ser y actuar diferente.

En aquel entonces, cuando atravesaba por la adolescencia física, me encontraba realmente en una niñez espiritual. Ese primer “¿Por qué?” que arrojé al mundo, fue uno de los actos más grandes y remarcables de toda mi vida.

Es sorprendente. No tengo otro modo de describirlo más que con esa palabra: sorprendente. Es sorprendente que ese camino que inició con una inocente pregunta y una honesta curiosidad; me trajera a este 17 de marzo de 2010 a las 3:01 de la madrugada, a saltar de la cama y encender la computadora para marcarlo, para dejar precedente y huella de uno de los más grandes momentos de “iluminación” que me han sido regalados.


El rompecabezas.
El arte de hacer pequeñas preguntas para encontrar grandes respuestas.


Cuando comencé aquel camino de abundantes preguntas y escasas respuestas, solía pensar que la meta sería la negación, el nihilismo al más puro estilo nietzscheniano; creí que el sentido de todo, era conocer para negar, para pelear, para debatir, para derrumbar. Poco a poco, ese odio y rencor que sentía hacia los sistemas de creencias sociales, políticos y religiosos, comenzó a cambiar; comenzó a transformarse en comprensión, entendimiento, tolerancia e iluminación. Comencé a entender el verdadero sentido de este camino, me di cuenta de que no se trataba de “conocer para derrumbar”, sino conocer para crear.

Sigo perplejo por el tamaño de lo que acabo de descubrir; sigo anonadado de ver la perfección con que las piezas embonan unas con otras; es como si mi vida fuera una novela de misterio y justo ahora es el momento en que se devela el porqué de cada pequeño detalle de la trama, para dejarme conocer la historia completa, para dejarme apreciar el rompecabezas entero.

El inicio fue el cuestionamiento de la Biblia católica, la negación de la religión de mis padres y abuelos, de ahí pasé al odio hacia ese credo; pero de ahí, comencé a indagar y cuestionar más y más. Tuve la fortuna de conocer la filosofía oriental de las artes marciales, las enseñanzas místicas de los antiguos celtas, la grandeza de los egipcios y la increíble sabiduría de las culturas enterradas bajo mis propios pies: Aztecas y Mayas.

Tuve la suerte de asomarme al enigma de Nietzsche; y no me refiero al filósofo, sino al ser humano, al alma afligida que se desbocaba en sus letras, como queriendo escapar de su horrible destino. Tuve la gracia divina de lograr ver más allá de sus fatalismos, ideas y rencores, y contemplarlo, como él mismo lo diría “Más allá del bien y del mal”.

Logré escuchar el llamado del maestro Jodorowsky, quien me dio una de las más grandes lecciones de vida, mostrada desde los linderos de la realidad: “Vos tenés que hacer las cosas bien”. Aprendí la filosofía del kung fu de las palabras del grandísimo Sifú Gandhi y de su alumno, el multifacético Francisco Ortega. Entendí la sintonía en que debía mantenerme de boca del propio Jesús; recorrí la jornada hasta mi destino actual de la mano de mis padres y de mis amigos del alma: los Necrops; y logré asimilarme como parte de la sociedad en que vivo gracias a mis profesores compañeros y fuentes de inspiración… entendí, apenas hace 3 días, de la mano de Elizabeth Gibert, el papel que juego en el universo, como fuerza creativa. La humildad, la razón, la inspiración y la fortuna con que fui bendecido, no por ser yo un gran creativo; sino por tener la capacidad de encontrar, dialogar, entender e interpretar al espíritu creativo que literalmente CREA todo lo que existe y todo lo que es.

Lo que hoy me tiene impactado; es que hace años conocí –sin tener idea de la importancia que llegaría a tomar en este preciso instante de mi vida- a Santiago Pando, quien, junto con otros de su especie, despertaron mi admiración y mi fascinación por el medio que hoy me da de comer todos los días… y que además, de forma totalmente inesperada; se presenta hoy como uno de esos grandes maestros con las manos llenas de respuestas, a preguntas que llevo haciendo casi desde que tengo memoria.

Hoy más que nunca, sé que nada es casualidad. Sé que Mis padres, Los Necrops, mis profesores, Nietzsche, Jodorowsky, el Sifú gandhi, Platón, El Dalai Lama, Galileo, Moisés, Jesús, Buda, Herman Hesse, Elizabeth Gibert y Santiago Pando llegaron a mi vida por una razón específica: para darme, cada quién, una pieza más de este rompecabezas que sigo juntando. Sé que no es casualidad encontrar de repente y de un solo golpe tantas respuestas juntas, justo el día antes de cumplir 29 años. Sé que no es casualidad todo lo que he buscado, todo lo que he encontrado, todo lo que tengo y todo lo que sé. No es casualidad haber decidido, justo ayer, que escribiría un libro, hombro a hombro con una mujer que es para mi: maestra, gurú, guía, compañera e inspiración. No es casualidad haber acumulado tanto conocimiento, no es casualidad haber descubierto hoy tantas respuestas tan grandes. No es casualidad estar en este preciso lugar, en este preciso instante. No es casualidad, haber entendido, por fin, lo que significa El presente.

jueves, 4 de marzo de 2010

La voz que vino del espacio exterior

A lo largo de la vida encontramos cosas que nos atraen y otras que nos provocan aversión; sin embargo, hay ocasiones en que la línea entre ambas parece un hilo apenas perceptible. Ante ese tipo de emociones encontradas, muchas veces no sabemos como reaccionar, y eso, exactamente eso, es lo que despierta Klaus Nomi, un increíble personaje de la década de los 80’s que retó los convencionalismos de la época al combinar el pop, el rock, la ópera, su singular voz y sobre todo su estilo.


Este personaje que pasó casi desapercibido en su época –hace ya 30 años-, podrá tener muchos calificativos, pero el que mejor le va es: Desconcertante. Y como muestra, basta conocer sus principales influencias, que son tan asombrosas como opuestas: Maria Callas, Elvis Presley, Historietas cómicas y hasta la ciencia ficción de los años setentas.


Su música es mezclar agua y aceite; por un lado tiene la “suciedad” del punk en sus inicios; y por otro posee la delicadeza de su admirable voz de contratenor. Y eso está lejos de ser lo único que caracteriza a este inquietante personaje.


Klaus Nomi se autodenomina un alien:


“Me veo tan alien como puedo, porque esto refuerza la imagen que estoy creando. Mi interés es acercarme a todo como si fuera alguien de fuera, sólo así puedo romper tantas reglas (…) El pop y el rock que aparentemente no tienen reglas, en el fondo son tan conservadores como la música clásica, así que lo que yo hago es un shock para ambos (géneros) (…) ¿Quién está haciendo las reglas ahora?”


Y en verdad logra ser el alien que desea ser; no me refiero sólo a sus extravagantes trajes de plástico transparente, a su pálido rostro o a su peculiar peinado, sino a toda su obra, su vida, su estilo, su música y su personalidad.


Klaus Nomi Murió en 1983, tras una corta fama, y pasó sus últimos días aislado y en soledad, debido a su enfermedad, ya que en ese entonces el VIH provocaba discriminación y odio. Sin embargo, este intrigante ser del espacio exterior logró convertirse en un símbolo de manera póstuma:


En 2004 el cineasta Andrew Horn realizó una película-documental llamada The Nomi Song. En 2006, Givenchy y Paco Rabanne se basaron en la imagen andrógina de Klaus Nomi para generar sus colecciones de vestuario; y en 2008 fue inaugurada la exposición “Do you Nomi” en Berlín.


Klaus Nomi fue un extraterrestre, una diva, un pionero y sobre todo un punto de referencia para la ciencia ficción y la moda Kitsch.


Como dice el dicho: “Una imagen vale más que mil palabras”, así que, con ustedes: Klaus Nomi.

Klaus Nomi - Total eclipse (live)


Klaus Nomi - Simple man

Klaus Nomi - Ligtning Strikes

Klaus Nomi - The cold song (live)

Mamitis.

Siempre he sabido que V es el amor de mi vida. Lo que aún no sé es cuándo dejara de serlo. Hoy, mientras revisaba las cartas que le escri...