lunes, 21 de junio de 2010

Buenos, muy Buenos Aires (parte III)

Al acercarme trato de reconocer el terreno; ella sigue estando en el centro de un círculo creado por lobos hambrientos que esperan impacientemente para brincar por un hueso, son como 6 o 7. Ella baila con la mirada perdida en el espacio, no mira a ninguno de ellos. Alguien se le acerca, un hombre y una mujer, es imposible descifrar de qué hablan, pero parecen venir juntos, se tratan con confianza. Ellos también bailan junto con ella y hacen que el grupo parezca más grande, ya son casi 10 personas a su alrededor… no pinta nada fácil.

Yo bailo y le doy la espalda, pero trato de medir el punto en que se ubica para acercarme poco a poco, pasan 5 minutos ya estoy tan cerca como podía, su círculo protector no me permite dar un paso más, sin embargo, no estoy seguro de su posición porque me acerqué de espaldas, no le he visto la cara ni ella a mi desde que comencé a acercarme, sólo deduzco el lugar donde está por la resistencia que su halo de perros ofrece en mi contra. Volteo a ver a Sharon que me mira con atención, me hace una seña de que ya pasó mucho tiempo y yo pongo un dedo en mis labios, mientras con la otra mano le hago la señal de “calma”.

La música calla, la gente grita extasiada, el DJ hace un par de “scratchs” en un vinil y deja paso a un beat que me suena familiar. Sí, ese beat pegajoso al que nunca me he podido resistir. Antes de darme cuenta, todo se borra de mi mente: Sharon, la reina, Buenos Aires, Henrique. Sólo existe la música, esa deliciosa música que va creciendo poco a poco hasta que se convierte en una orgía de sonidos electrónicos, un estallido de neuronas al compás de un beat infeccioso que inunda las venas y se escapa por los poros.




jueves, 17 de junio de 2010

Buenos, muy Buenos Aires (parte II)

Llego al Hostel Iraní de Av. de Mayo y espero a Henrique… si, “Henrique” con “H”, es brasileño el wey… o sea, yo mexicano, estoy viviendo en Buenos Aires y conocí a otro wey gotico que es brasileño.

El wey sale, y en minutos llegamos a Soma. En la entrada vemos a un par de chicas bien lindas y nos acercamos. Yo alcanzo a distinguir a alguien hablando inglés y me le acerco. Se llama Sharon, es editora y viene a Buenos Aires por la editorial donde trabaja… castaña, delgada, facciones un poco rígidas, pelo quebrado hasta media espalda y piernas de 10… ella es un 9. Henrique se queda charlando con una porteña guapísima de mediana estatura, deliciosas curvas y carita angelical; blanca, de pelo negro corto… otro 9.

Nos perdemos de ellas y, por fin, entramos a Soma.

El decorado del lugar asemeja el interior de una iglesia, hay poca gente, pero siguen y siguen entrando.

El espacio es un enorme rectángulo, en un extremo está la consola del DJ y en el otro un pequeño entarimado, parece algún tipo de escenario. Alrededor está lleno de bloques en los que, un sillón de media luna rodea a una pequeña mesa circular. La barra está en un costado, a un lado está la puerta de salida y al otro la puerta de los baños, el lugar es amplio, oscuro, acogedor.

Justo al entrar nos dirigimos hacia la barra. Henrique pide una “Brahma” y yo una “Stella Artrois”. El DJ pone algo de Colony 5 para comenzar a calentar el ambiente.




miércoles, 16 de junio de 2010

Buenos, muy Buenos Aires (parte I)

 10:00 am

-¿Dónde putas estoy?…

¡Ah si!… de repente olvido estar tan lejos… ¿pero realmente es lejos? No se, algo dentro de mi me hace sentir que en cualquier momento me subo a un taxi y llego a mi casa en la Ciudad de México… Pero la realidad es que ese viaje sólo se hace por aire y dura alrededor de 10 horas… de la chingada.

Me estiro un par de veces antes de decidirme salir de la cama… el gato, Tomás, llega a joder… “¡cabrón… como si no tuviera suficiente con el maldito calor humedo que hace aquí, como para tener que aguantar tus pelos!… sí, sí, ya se que a ti te vale verga que yo sea alérgico al pelo de gato, pero no por eso te pienso dejar de mentar la madre.”

Me levanto, me asomo al baño y veo que el departamento está vacío, mi roommate ya se fue al gimnasio, o al spa, o a lo que sea que hagan a las 11 de la mañana los gays de Buenos Aires.

Me baño con calma, me doy cuenta de que ya va siendo hora de llevar la ropa al Lavadero porque ya sólo me queda disponible la playera de Devision… “¡Que no!, no dice ‘Julio’. Es un logo.. es el logo de DeVision, junto al nombre IO del nuevo disco”… pinche playera me caga siempre tengo que explicar que ni me llamo Julio, ni idolatro a ningún pinche Julio, ni tampoco es de la tienda “julio”.

Veo que no hay nada de comer en casa así que decido salir al supermercado chino de abajo por un paquete de Ravioles, un Casancrem y una Coca-Cola.

Regreso, preparo mi pasta que (como siempre) me queda de lujo, como en chinga y abro mi “guía-T”
“¿Y hoy que  visito?… ¡A huevo! El jardín japonés”

Abro la página web del jardín japonés para saber el horario y la dirección exacta. De paso checo mi mail: Hay uno de Cinthia al que no presto mucha atención -seguro es algo de la tarea y hoy no hay clases, así que ¿pa’ qué afligirme?- Hay otro de la Pata para invitarme a la fiesta de su depa; y otro de Henrique. El wey quiere que vayamos hoy a conocer el último antro darkie que nos falta de Buenos Aires: Soma.


miércoles, 2 de junio de 2010

¿Social media?... ¡no, no! Yo quiero un anuncio

En el mundo que vivimos, todo tiende a cambiar con relativa frecuencia; para nuestra fortuna o desgracia, no tenemos la "comodidad" que otros siglos gozaron con respecto a la evolución de su estilo de vida.

Y entonces me asalta una gran duda: ¿Porque hay tantos publicistas en México que se resisten a ello?

Puedo entender perfecto porqué los publicistas de la era Alazraky fueron exitosos en su tiempo; la audiencia era más "docil", más inocente, era más fácil de enganchar y ni de broma podía soñar en una comunicación bilateral con los medios a que tenía acceso. Por desgracia, los encargados de la publicidad de esas épocas abusaron de su poder de forma tiránica y convirtieron a ese espectador “docil”, en una "gata arisca", que no cree nada, que siempre duda, que desacredita, se burla y cuestiona... y por si eso fuera poco; hoy, el espectador ha dejado de ser tal para convertirse en protagonista de sus propios medios.



Mamitis.

Siempre he sabido que V es el amor de mi vida. Lo que aún no sé es cuándo dejara de serlo. Hoy, mientras revisaba las cartas que le escri...