miércoles, 12 de marzo de 2014

No hay nada malo contigo





En México, desde niños, en los cuentos infantiles, las series de TV, las películas, las caricaturas; nos enseñan a idealizar la figura de “El bueno” el héroe, el que hace lo correcto y sigue, con devoción, el camino establecido, las buenas costumbres, la democracia, las leyes. Así que crecemos con este ideal de convertirnos en eso, en “el bueno” de cualquier cuento.

Después, (o durante) la sociedad y la tradición predominantemente católica, se encargan de llenarnos con información de lo que “ser bueno” significa: Significa ir a misa, ser el último en sentarse a la mesa, no beber, fumar ni drogarse, ser recatado(a), no tener sexo, ni intenciones sexuales, ¡vaya! ni siquiera imaginar desnudos o cosas por el estilo (pecar de pensamiento). En pocas palabras; ser “Bueno” es seguir todas las reglas (en especial las religiosas), con religiosa devoción.



Luego ocurre que uno va creciendo, y de repente te vas dando cuenta de que ¡puta madre! sí tienes imaginación erótica, peor aún, tienes ganas de coger… así, que, con perdón de diosito y la virgencita y el padrecito… pues coges. Y eso, a muchos (y sobre todo a muchas) los hace sentir una terrible e inexplicable culpa.

Pasa similar con el alcohol, el cigarro, la mota. Llega el momento en que ya no puedes fingir hacia ti mismo, y tienes que aceptar que te gusta fumar o chupar o ponerte loco, aunque sabes (o más bien, crees) que está mal. Y entonces la culpa llega, una culpa terrible de haberle fallado a la virgencita y a la familia, de ser un “rebelde” un inadaptado, una escoria social.

¡Eso está de la chingada! ¿no? que te eduquen para sentirte mal, sólo por tener los instintos más básicos del ser humano. Los mexicanos nos sentimos culpables. No sabemos ni de qué, pero siempre sentimos que estamos pagando algo, que las cosas malas nos ocurren porque nos las merecemos… Las buenas son porque diosito se apiada de nosotros, pero las malas, esas sí, son mérito nuestro.

Y esto lleva a una lógica muy pendeja y retorcida que es, además muy común:

La tradición dice que todos los placeres son malos -> ser “malo” es divertido y placentero -> Para tener una vida divertida y placentera, hay que “portarse mal”

Como consecuencia, vemos niños, adolescentes y godinez, tratando de “ser malos” pero siempre con la cara de “buenos” ante la mamá y la abuelita. Vemos señores y señoras orgullosos de engañar a la pareja, de evadir impuestos, de meterse en la fila, de “haberse jodido” a su cliente o a su jefe o a su casero con 500 varos. Encontramos gente convencida de que, mientras su mamá no se entere, su vida puede ser feliz y placentera, por hacer cosas “malas” y joderse con ello a los demás.

Estamos frente a una idealización muy estúpida de lo que significa el mal.

Cambiemos paradigmas.

Eduquemos a los niños a NO sentirse culpables. Dejemos los mitos que se valen de la culpa. NO HAY NADA MALO CONTIGO. No eres culpable de nada, ni tienes por qué pagarle nada a nadie. No eres sucio, ni impuro, ni producto del pecado. Eres el ser humano que eliges ser, eres todo lo bueno o malo que tú decidas, eres producto de tu sociedad, pero también eres producto de tus propias decisiones. Porque al final de cuentas el único responsable de lo que ocurra en tu vida y al rededor, eres tú.

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